SFO – Lo más

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La «joie de vivre»

Sus gentes tienen un ritmo y una actitud que me recuerda lo que los franceses llaman la «joie de vivre». Hospitalidad, serenidad, lentitud. Te hablan con una tranquilidad y una serenidad, parece incluso que piensen en aquello que están diciendo y también en lo que van a añadir a continuación. Te reciben con una sonrisa y con palabras amables, pero no me refiero a los amigos, qué menos, sino a cualquiera con quien entables conversación.

El Golden Gate

Imponente. Está a todas horas plagado de turistas, pero no por ello pierde su presencia ni su dignidad. ¡Tú sí que vales!

Un celebración en Glide: el Gospel a lo vivo

Glide es una iglesia metodista en el mismo centro de SFO. Más que una iglesia es una comunidad, como ellos lo llaman. Ocupa una parte muy importante de una manzana de casas: su iglesia, sin ningun símbolo religioso; su centro de acogida de necesitaos; sus comedores y salas de reuniones…

Estuvimos en una de sus celebraciones de domingo. Lo dicho, gospel del mejor y en carne viva.

Los miembros de la comunidad cantan y se mueven como ángeles negros -aunque la mayoría son blancos-, y lucen una sonrisa permanente de aquellas que les nace desde los pies.

La costa deshabitada

No me lo podía creer, pero existe: millas y millas de costa deshabitada, me refiero sólo con granjas diseminadas aquí y allá, con vacas pastando en enormes prados, o campos y más campos de calabazas, alcachofas, lechugas…, y a su vera un océano inconmensurable paciendo en las playas solitarias, sin hoteles, ni discotecas, ni merenderos, ni garitos de info para turistas, ni heladerías, ni pubs, ni autobuses, ni…

No me lo podía creer, y aquí existe. Desde Carmel a Mendocino puedo aseguraros que existe, unos 460 kilómetros de costa sólo habitada en las ciudades y pueblos, poquísimos. Y quitado de SFO, la mayoría de ellos son muy menudos, de 200 o 300 habitantes.

El Faro de Pigeon Point

Está en la costa (niña, estás hablando de un faro, ¿dónde va a estar?), al sur de San Francisco, antes de llegar a Santa Cruz. Con un bonito día de sol, cosa que aquí no se puede asegurar, es de una levedad maravillosa. Hay un mini albergue con 4 o 5 habitaciones. Si alguien consigue pasar alli una noche, que me lo cuente. Ha de ser una experiencia única.

Avenue of the Giants – las secuoyas

Naturaleza en vena.

Que nadie se me vaya al parque nacional de RedWood, que es una área muchísimo más grande y publicitada, también protegida, en la costa, más al norte, antes de llegar a Eureka. Pasar de este parque, que está un tanto convertido en parque de atracciones, con telesillas y todo.

Hay que irse al Avenue of the Giants, que es naturaleza realmente pura. La freeway 101 cruza el parque, pero allí se convierte en una carreterita de montaña (aquí las autopistas pasan de 6 carriles por sentido a un triste carril por lado sin apenas inmutarse).  Se puede dormir en cualquiera de los modestísimos moteles -ergo, ponte pinza en nariz para pasar allí la noche- en los pueblitos que hay antes de entrar en el área protegida.

Y luego de mañanita, con los bosques cubiertos por la niebla, te metes en la Avenue y paras el coche en cualquier recodo y te metes dentro del bosque, rodeado de unos árboles que no parecen árboles…

 

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